La educación sexual es mucho más que hablar de preservativos

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La educación sexual que se imparte en los colegios e institutos sigue estando basada en lo biológico y en lo que no se debe hacer, pero es mucho más que hablar de preservativos, es también enseñar igualdad, buen trato y respeto en las relaciones.

Cuando el psicólogo y sexólogo Daniel Santacruz da charlas en institutos se sorprende de que los jóvenes sepan cosas como lo que es una episiotomía, pero «no saben negociar con su pareja» o «identificar si los está controlando», según cuenta.

Aún se sigue conservando el concepto de educación sexual «heredado de la Iglesia Católica», explica Santacruz.


Es decir, que se habla de sexo cuando se llega a la adolescencia y se vuelve «urgente», y se entiende como algo «genital y muy patriarcal».
Partimos de la idea equivocada de que cuando los chicos y las chicas empiezan a ser adultos y sus cuerpos cambian es el momento del «te voy a contar lo que no se puede hacer y sus consecuencias negativas», en unas nociones basadas en los peligros.

Sin embargo, la educación sexual es una de las claves para lograr una sociedad más igualitaria y solucionar el grave y urgente problema de la violencia machista, y así figura en la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género de 2008.

Además, según la experiencia en otros países, con una educación sexual potente se reducen las interrupciones voluntarias del embarazo y las enfermedades de transmisión sexual.

Santacruz es técnico en la sección autonómica de Madrid de la Federación de Planificación Familiar Estatal (FPFE), una ONG que trabaja actualmente en una campaña de sensibilización para que se vuelva a introducir la educación sexual en las políticas educativas y sociales.

Atiende como voluntario en el Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad (CJAS) de Madrid que da información gratuita a menores de 29 años sobre estos y muchos otros temas.

«Te encuentras cada historia…», asegura que atienden llamadas y correos de chicos y chicas que comentan casos, por ejemplo, de jóvenes que preguntan si pueden estar embarazadas por haber visto semen en una taza de váter.

«Y piensas que si no tienen claro ni lo básico, ¡cómo no van a estar embarcándose en relaciones de maltrato o poco igualitarias!», advierte Santacruz.

Gemma Castro, psicóloga y coordinadora del CJAS, asegura que vamos a peor y que «se está acentuando cada vez más el rol de hombre y mujer tradicional».

Cuando hacen intervenciones tanto en el centro como en institutos y colegios, lo que se encuentran es «desconocimiento, muchas dudas y mucha información contradictoria».

Y parte de esa desinformación proviene de Internet. «Cuando metes en Internet: «no me baja la regla desde hace dos meses», te encuentras desde que estás embarazada hasta que te han abducido los extraterrestres», cuenta Santacruz.

«Tenemos que aprender a discriminar bien las fuentes de información de Internet», plantea como solución Castro.

Pero no en todos los colegios esta educación es así.

Carlos Pérez es profesor del IES Rey Pelayo en Cangas de Onís (Asturias) y en su centro y en el IES Padre Feijóo de Gijón llevan varios años desarrollando el programa ‘Por los buenos tratos’ de la ONG Acciónenred.

«Es un trabajo de tres meses con el alumnado, en los que hacemos a los adolescentes protagonistas de algún proceso que acaba en un trabajo audiovisual común», explica este docente.

Este año, los alumnos de 2º de la ESO, de unos 13 años, han compuesto una canción en conjunto con un grupo local, después de realizar talleres sobre igualdad, sexualidad y el amor en pareja.

Los han realizado en las horas de Lengua y Literatura y en tutorías, porque desde que entró en vigor la Lomce, desapareció la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que incluía la educación sexual en su programa.

La nueva reforma educativa sí que habla de la igualdad de género como una enseñanza transversal, pero no estipula horas específicas.

No es cuestión de dogmatizar a los menores, como explica Pérez, sino de enseñarles que «las relaciones son muy diversas y plurales» y que tienen que imperar una serie de valores positivos que deben estar presentes en cualquier relación interpersonal.

En los diez años que llevan hablando de sexo y amor a los alumnos no se han encontrado con críticas de los padres porque han comprendido que tratan el tema de la sexualidad «desde la diversidad».

«Si queremos luchar contra la violencia de género y hemos dado el paso de considerarlo como algo público, tenemos que entender que la sexualidad también forma parte de este proceso», explica el profesor.

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