Berta Cao, consultora de género y Máster en Género y Políticas de Igualdad
El 1 de febrero llegó y se fue. Sin embargo, para miles de mujeres este día quedará marcado como una fecha histórica. Nunca antes las reivindicaciones de las mujeres habían tenido tal éxito de convocatoria por mucho que, remontándonos a los primeros ochenta, se puede recordar una manifestación similar.
Este triunfo se puede medir por el número, importantísimo, de asistentes. Muchísimas mujeres, muchos hombres. Luchadoras por la libertad, vindicadoras del aborto en los 70, en los 80. Mucha más menopausia que adolescencia. Y una juventud, en la manifestación, que tenía aire a madurez. Pero esto no da ni quita el carácter histórico a este día: el 1F puede ser el principio de una nueva etapa en la lucha por los derechos reproductivos, por el derecho a decidir y, también, por el derecho a la igualdad, a la real, esa que aún no había llegado cuando el gobierno empezó su política regresiva en el ámbito social.
El éxito de la convocatoria se mide, sin duda, en el hecho de habernos situado, las mujeres, comosujeto político. Justo lo contrario de lo que pretende el gobierno. Las mujeres, el derecho a decidir sobre el cuerpo y la maternidad ha estado los últimos días en el centro de la política, de la información, sin amarillismo ni victimismo. Alentando el debate, las mujeres han participado en él sin intermediarios. Porque en esta lucha, que encabezan las mujeres feministas, los demás –los partidos, los sindicatos, los otros movimientos sociales- acompañan. Y como hasta para ser acompañantes hay que saber estar, no está de más recordar que cuando se está en exceso, se corre el riesgo de asfixiar, y cuando se está en defecto, el riesgo es de abandono. Y si bien en la manifestación hubo corrección, en la asamblea posterior se visibilizó el exceso y el defecto. Y sí, esto está referido al PSOE, a IU y a otros partidos y movimientos que apoyan la lucha de las mujeres: ni tanto, ni tan poco.
No puede haber más protagonismos, no hay espacio para intermediarios. Las mujeres hemos salido a la calle para reivindicar nuestra mayoría de edad, nuestra capacidad de decidir, y nuestra voz. Porque lo que las mujeres hemos alentado en las calles de Madrid es una de las premisas del feminismo: lo personal es político. Nada tan personal como el derecho a decidir cada una, si quiere ser madre o no, en qué momento. Y nada tan político.
El reto ahora está en no morir de éxito. En articular las estrategias que mantengan el pulso a los ataques del patriarcado, de la religión y de sus sicarios en el gobierno. Del 1F salen reforzadas las asociaciones que han apoyado esta convocatoria, y más que ninguna sus promotoras de Les Comadres, aquellas que nacieron porque ya que “no nos dejaban parlamentar, decidimos compadrear”, como recordaba María José Capellín, una de sus fundadoras. Les Comadreshicieron lo que quizás no habían esperado: despertar a un número ingente de mujeres de cierto letargo; demostrar que con el feminismo como bandera, es obligatorio gritar “Sí se puede”.
El desafío está en ver que no se ha ganado ninguna batalla, sólo se ha indicado la disposición a batallar. Por el derecho al aborto, y por todos los derechos de las mujeres. Porque estamos en el punto de mira del gobierno español y de otros gobiernos reaccionarios europeos. Porque las mujeres europeas saben que si caen los derechos reproductivos en España, en muchos países pueden retroceder. Por eso han salido a la calle –el sábado se celebraron numerosas concentraciones en Francia (París, Estrasburgo, Nantes, Burdeos, Toulouse…), Gran Bretaña (Londres y Edimburgo), Italia (Roma, Florencia, Bolonia, Milán…), Portugal (Lisboa), Alemania (Hannover)…, que se suman a la realizada el miércoles 29 en Bruselas-. Y se siguen convocando concentraciones para los días 8 (Dublín, Ámsterdam, Lisboa y otras ciudades portuguesas) y 14 de febrero (Viena)… Y las mujeres latinoamericanas siguen reivindicando, en sus países, legislación que despenalice y regule la interrupción voluntaria del embarazo no en supuestos, sino en plazos.
Desde el feminismo habrá que continuar tejiendo redes para que esta marea no sea una marea viva, que sube arrasando y cuando baja la resaca arrastra todo lo que encuentra. Y estamos en pleno temporal.
Mantener el pulso, dar fuerza a los grupos, elaborar, estar en los medios, seguir en la calle (el próximo sábado, en Madrid, una nueva manifestación), debatir. Crecer teniendo claro quién es el enemigo. Entrenar para una carrera de fondo. Ganar la batalla es cuestión de poder.
Y las mujeres tienen poder, y poderío.