Hasta el año 1993 las mujeres con VIH estaban excluidas de los ensayos clínicos de los fármacos en desarrollo para tratar la infección. Los datos de toxicidad, eficacia y seguridad que se obtenían de los hombres entre los que se probaba el medicamento se extrapolaban directamente a las mujeres. Veinte años después, las cosas han cambiado.
Existe el convencimiento de que hombres y mujeres afectados por el virus necesitan cuidados diferenciados —aunque pueda ser, en ocasiones, cuestión de matices— por su distinta respuesta ante el VIH. Desde ayer, los profesionales sanitarios cuentan con un documento destinado a permitir un abordaje diferenciado de las mujeres infectadas por VIH. Sus autores son el Grupo de Estudios de Sida (Gesida) de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc) y la Secretaría del Plan Nacional sobre el Sida, entidad ligada al Ministerio de Sanidad. De acuerdo con sus impulsores, es el primer consenso científico de este tipo publicado en Europa.
Era “urgente” la elaboración de un documento como este para “brindar a la mujer una atención adecuada que evite sesgos de género y tome en consideración sus aspectos biológicos, psicológicos y sociales específicos” respecto a la infección, sostiene Juan Berenguer, presidente de Gesida.
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