El sacerdote, reconocido por su trabajo social en barrios deprimidos de la capital catalana y por sus posturas poco ortodoxas sobre asuntos como el matrimonio homosexual o el celibato, había revelado en un libro que pagó el aborto de dos menores por temor a que murieran desangradas si abortaban solas.
En el libro Pare Manel. Més a prop de la terra que del cel, el sacerdote cuenta que presenció la muerte de una joven que murió desangrada tras abortar sola en su casa. Por ello -cuenta- cuando las jóvenes le anunciaron que "abortarían de todas formas" decidió ayudarles económicamente y "cometer un mal menor para evitar otro mayor".