Mi cuerpo es mío

Desde 2002, una niña española de 16 años, o una mujer española de 16 años, siempre hay formas distintas de ver la misma cosa, puede ponerse tetas de silicona, donar un riñón al chico del que está perdidamente enamorada o suspender su diálisis porque sí, sin contar para nada con sus padres. Así lo marca la ley de Autonomía del Paciente que diseñó Aznar, y que, según dicen, nos iguala al resto de Europa. Sin embargo, ha sido con la aprobación de la nueva ley de interrupción voluntaria del embarazo cuando se ha extendido la idea de que una niña/mujer de 16 años no debería tomar por sí sola según qué decisiones. Las que competen a su aparato reproductor, mayormente. Con el sexo hemos topado. Y femenino, que aún es más sospechoso. Como bien cantaba aquella mítica ‘nena, qué va ser de ti lejos de casa’, los padres prefieren pensar que las hijas no tienen relaciones sexuales hasta que acaban la carrera en la Universidad y un chaval majo pide su mano, y el resto de su anatomía. Tampoco los hijos suelen ver a sus progenitores como seres activos en el catre. De modo que entre sobreentendido y sobreentendido, florecen las barrigas no deseadas.
Cuando me eché mi primer novio, precisamente a los 16, mi padre, que no es para nada uno de esos modernos de teleserie que ligan por internet con la ayuda de sus vástagos, me dijo: ‘Cuida tu cuerpo, que no tienes otro y él no lo cuidará por ti’. No soy objetiva, pues le idolatro: creo que no cabe más sabiduría. De hecho, en la docenas de manifestaciones feministas a las que he asistido para reclamar el aborto libre y gratuito, cuando berreábamos ‘nosotras parimos, nosotras decidimos’, o ‘mi cuerpo es mío’, sólo estábamos coincidiendo con ese consejo paterno. Porque chica, puede parecer que el partido de la oposición, el grupo provida, el cura de tu barrio, el filósofo de moda y la asociación de médicos de no sé qué se preocupan por tu integridad y tu felicidad, pero no. Pontifican tan en abstracto como lo harías tú sobre el problema territorial de los bosquimanos. Sólo tú te quieres lo suficiente como para llevar condones siempre encima, acordarte de tomar la pastillita y mirar por tu salud. Tú estás en el centro de tu vida. Tu futuro es tu responsabilidad, incluida la decisión de ser madre, que tomarás tú, acompañada por quienes tú desees. Eso viene a defender la nueva ley.
Durante muchos siglos, todas las mujeres fuimos menores de edad. Nuestras antepasadas no viajaban fuera de España ni creaban una empresa sin tutelaje, no heredaban; no pinchaban, ni cortaban, y no votaban. El imperio del machismo. Qué tiempos aquellos, ¿no? Imagino que hay quien los añora, lo que aumenta mi alegría por esta reciente conquista femenina, por esta reivindicación de la voluntad de todas nosotras frente a legislaciones obsoletas que sólo traslucen el miedo a dejarnos elegir en paz.

PILAR GARCÉSwww.diariodemallorca.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2009052100_13_466063__Ultima-cuerpo